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Microrrelato - El viejo Paco

Por alguna razón, mi padre siempre mantuvo aquel viejo esqueleto humano en el granero.

«Al viejo Paco le gusta estar ahí sentado, tu bisabuelo ya lo intentó enterrar tres veces y al día siguiente siempre volvía a encontrarlo sentado en su esquina» solía decir.


Un día entraron a robar dos individuos. Se llevaron los pocos ahorros que teníamos tras darle una paliza a mi padre. 

Al día siguiente entré al granero y vi al viejo Paco sentado en su esquina. Parecía sonreír divertido, con su cabeza un poco ladeada y la mandíbula, que nunca llegué a comprender cómo diantre se sujetaba en el sitio, un poco abierta. 

Pero esta vez tenía a sus pies una bolsa con lo robado el día anterior. Y en el regazo, con los cabellos enmarañados entre sus manos huesudas y con expresión de haber muerto de puro terror, las cabezas de los ladrones.


FIN



¡Pequeño roedor que has leído hasta el final! 
Las ratas agradecen tu hazaña y brindan en tu honor.
Mientras una toca una pequeña ocarina, otra baila animada, y una tercera te recuerda:
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